Pongamos por ejemplo que alguien de otro coche se acerque peligrosamente a usted y casi le choca. Si lo que usted piensa es “¡Qué estúpido!”, para la trayectoria de la ira es sumamente importante si ese pensamiento es seguido por otros de ira y revancha como: “¡Podría haberme chocado!” “¡Qué idiota…!”, “¡No puedo permitir que se salga con la suya!”. Apretará tanto el volante como si fuera el cuello del otro conductor. Su cuerpo se moviliza para luchar y lo deja tembloroso, el corazón se acelera y los músculos de la cara le quedan rígidos en una expresión ceñuda. En ese momento, un coche que viene por detrás le toca el claxon porque usted ha bajado la velocidad para evitar el choque, y ahora, está a punto de estallar de ira también con ese conductor.
Comparemos esa secuencia de ira creciente con una forma de pensar mas caritativa con respecto al conductor: “Es posible que no me haya visto, o tal vez tenía alguna buena razón para conducir de una manera tan negligente, por ejemplo una emergencia médica”. Esta opción templa la ira con compasión, o al menos con una mente abierta, evitando su aumento.
De todos los estados de ánimo de los que la gente desea librarse, la furia parece ser el más intransigente. La ira es el estado de ánimo que la gente peor domina. Nuestra mente se llena con los argumentos más convincentes para dar rienda suelta a la furia.
Continuar con los pensamientos de furia, es una herramienta poderosa para agudizarla. Permanecer dándole vueltas a un mismo problema, alimenta la ira. En cambio, tratar de ver las cosas de otra manera, de una forma más positiva, es una de las formas más poderosas de dejar de lado la ira.
Un disparador universal de la ira es la sensación de encontrarse en peligro. Este puede manifestarse como amenaza física, pero más importante aún, como una amenaza simbólica a la autoestima o a la dignidad: ser tratado en forma injusta o ruda, ser insultado o menospreciado, quedar frustrado en la búsqueda de un objetivo importante.
Estas percepciones actúan como un gatillo que dispara una oleada de químicos en nuestro cerebro, los cuales nos preparan para un buen ataque o una rápida fuga, según como el cerebro emocional evalúe la oposición.
Estos estímulos del cerebro pueden durar horas, incluso días, manteniendo a la persona en un estado continuo de alerta y respondiendo de manera iracunda ante cualquier otra situación que se presente, aún aquella que no este ligada con el evento original.
Por ejemplo, la persona que ha tenido un día difícil en el trabajo, más tarde al llegar a casa, se mostrara molesto, tal vez, por el ruido que provocan sus hijos, descargando en ellos la molestia generada y guardada durante el día.
La ira se construye sobre la ira. Cada ola de ira se alimenta sobre los restos de la anterior, intensificando rápidamente el nivel de enojo. Para entonces la ira estalla fácilmente en una reacción violenta, en este punto la persona se vuelve implacable y es imposible razonar con ella, sus pensamientos giran en torno a la venganza y a la represalia y no le importa cuáles podrían ser las consecuencias.
LA CALMA
Una forma de disminuir la intensidad de la ira es enfriarse fisiológicamente esperando que pase el aumento adrenalínico en algún lugar en el que no sea probable que no haya mas disparadores de la ira. Durante una discusión, por ejemplo, eso significa librarse momentáneamente de la otra persona. Durante la etapa de reflexión la persona pone freno al ciclo del pensamiento hostil. La distracción es un poderoso recurso para alterar el humor, por una razón sencilla: resulta difícil seguir furioso cuando se esta pasando un momento agradable. El truco, por supuesto, consiste en lograr que la ira se enfríe hasta el punto en que uno pueda disfrutar realmente de un momento agradable.
Otro recurso bastante eficaz consiste en quedarnos a solas mientras nos calmamos. Pero un periodo de reflexión no servirá si este tiempo se utiliza para ocupar los pensamientos provocadores de ira, ya que cada pensamiento de este tipo es en si mismo un disparador menor de nuevas cascadas de ira. El poder de la distracción consiste que se detiene esa serie de pensamientos.
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